A los mercadólogos y publicistas se nos señala como los malos de la película cuando se trata de determinar responsables de crear necesidades en las personas. ¿Pero qué sería de nosotros si nunca alguien se hubiera preocupado de entender cómo mejorar nuestras vidas satisfaciendo necesidades que hoy denominamos como latentes?
Las filas en los supermercados eran interminables y podían durar horas antes de que hubieran bandas mecánicas para recorrer los productos y lectores de códigos de barras para acelerar el trabajo de la registradora. ¿Quién sabía que tenía una necesidad al respecto? Por supuesto que nadie. Todos teníamos la necesidad de librarnos de esas filas interminables pero jamás se nos ocurrió manifestarlo como una necesidad concreta… p
orque era una necesidad latente que teníamos pero nunca se nos habría ocurrido expresarla así.
Los cartones de leche funcionaron perfectamente bien cuando teníamos que hacer la maniobra de desdoblar-despegar-abrir aunque era quizá poco práctico, hasta que a alguien se le ocurrió ponerle una tapa rosca de plástico a los empaques de cartón. Ahora son mucho más funcionales y cómodos, pero la idea surgió también de una necesidad latente.
¿Quién crea las necesidades entonces? ¿Nuestra naturaleza humana que nos lleva a buscar y preferir siempre las cosas que nos brindan más beneficios o los malos de la película que las detectan y nos ofrecen soluciones novedosas?
Si crees que ya llegaste a la cima y que tu producto es insuperable, piénsalo de nuevo porque te podemos asegurar que estás equivocado. La clave está en entender lo que las personas necesitan, aunque por el momento ellas no lo sepan, y encontrar la manera de satisfacerlo de una manera superior.
Puedes estar seguro de que sí se puede, pero si te atoras, quizá sea porque tienes la necesidad latente de contar con cómplices que desenreden la madeja contigo.