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Productos sin competencia, los hijos de la soberbia.

¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir que su producto no tiene competencia? O peor aún, cuántas veces has oído decir que los productos que hay en el mercado no son suficientemente buenos para competir con los suyos y por lo tanto no son dignos de ser considerados competencia.

Con nuestros productos nos pasa como con los hijos, nos parecen perfectos y no hay nada ni nadie que se les parezca ni de lejos. Por eso a los productos “sin competencia” los llamamos los hijos de la soberbia.

En realidad la definición de producto hoy en día es “cualquier cosa capaz de satisfacer una necesidad”. Y viendo así las cosas, piensa de nuevo y respóndete si tus productos no tienen competencia.

¿Sabes qué tienen en común una chancla, un periódico, un libro, un matamoscas y una lata de insecticida? Si pensaste que todos sirven para matar insectos, acertaste.

Ahora piensa en tu mercado y en tu producto. ¿Qué otra cosa podría satisfacer la necesidad de tus consumidores que hoy satisface tu producto? Sin juicios de valor por favor. Olvídate que te parecen chafas, de pésima calidad y que sus consumidores son idiotas. Piénsalo dos veces.

El mercado está lleno de historias de fracaso de fabricantes de productos que haciendo cosas excepcionales desde el punto de vista técnico, no han entendido que las personas compran lo consideran que mejor satisface sus necesidades de acuerdo a lo que piensan y sienten.

Por ejemplo, la comida cruda para perros es excepcional para quienes piensan que deben respetar la naturaleza de sus compañeros caninos, mientras que las personas que los perciben de manera diferente se vuelven expertos en seleccionar entre una multitud de productos industriales que les ofrecen la mejor opción para lo que piensan que es ideal para sus mascotas. Cuál es mejor sería un tema de debate casi interminable, pero sobre todo estéril, porque lo único que importa es lo que piensa y siente quien esperas que compre tu producto y no el de la competencia.

Así que vuélvelo a pensar y si crees que dos cabezas piensan más que una, acércate a nosotros, tus CÓMplices que, junto contigo, pueden transformar tu producto en una marca deseable y cada día más valiosa.

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