Ahora que estamos extremadamente sensibles a los temas del contagio en la pandemia de Covid-19, hablaremos del tema del paciente cero que, como en toda epidemia, inicia el proceso de contagio que va diseminándose hasta alcanzar a toda la población susceptible.
En una empresa no es diferente, especialmente cuando se trata de una organización que visualizamos como un barco, un ecosistema cerrado en el que conviven muy cercanamente los directores, los colaboradores y los clientes o consumidores.
Cuando se tiene una declaración de propósito superior, clara y poderosa en la empresa, el director naturalmente asume el rol del paciente cero iniciando la propagación.
Un propósito superior es sumamente poderoso y se extiende de manera constante inspirando a los miembros del equipo directivo, contagiando a todos los colaboradores y conquistando a los clientes y consumidores.
Airbnb, por ejemplo, tiene un propósito realmente inspirador: Hacer que la gente de todo el mundo sienta que puede pertenecer a cualquier lugar. Es claro, poderoso y evidentemente superior. Mientras que en la hotelería se centran en mantener los mismos estándares en las instalaciones de cualquier lugar del mundo, Airbnb se va al otro extremo invitando a pertenecer al lugar al que viajas.
El rol del director como paciente cero se vuelve fundamental para lograr el contagio y la diseminación del propósito que, de no contar con el abanderado que lidere adecuadamente, sólo sería una declaración puesta en las paredes de las oficinas sin trascendencia alguna, como sucedía en la mayor parte de los casos con la misión, la visión y los valores que eran redactados por personas ajenas a las empresas, con lenguaje sofisticado y con formatos acartonados.
El director, como paciente cero, lidera con el propósito en la mente y en el corazón. Lo transmite a través de la palabra pero especialmente a través de sus actos. Un buen director es capaz de transformar profundamente a la organización, especialmente si cuenta con información concreta, confiable y accionable para alinear los cuatro pilares que construyen el valor a la empresa y sus marcas.
La clave, una vez que tienes definido un propósito superior, es no sucumbir ante la tentación de las ocurrencias de cambio. Como decimos habitualmente en nuestra metodología Brand Wellness: alinea, alinea, alinea y ¡No pierdas de vista tu propósito!
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