El turoperador británico Thomas Cook, segundo más grande del mundo y el más antiguo, se declaró en quiebra al fracasar las negociaciones de emergencia que llevaba a cabo con su principal accionista, el grupo inversor chino Fosun, y sus acreedores para una inyección de capital que le permitiese seguir operando.
Al parecer Thomas Cook fue otra víctima de los cambios de hábitos de los consumidores, esta vez como usuarios de viajes, quienes se inclinan cada día más hacia la comodidad, facilidad e inmediatez que les ofrecen los sistemas de planeación y reservas online. Especialmente con los cambios generacionales y el crecimiento de poder adquisitivo de segmentos de población de menor edad y menor aversión al riesgo.
Siendo los creadores del sistema all inclusive, que en su momento revolucionó el mundo del turismo al brindarle certeza al viajero sobre lo que pagaría por su viaje y eliminar las grandes sorpresas de costos ocultos -una de las más grandes y sentidas necesidades de los viajeros-, al parecer esta vez no lograron evolucionar para mantener su competitividad ante los nuevos hábitos de compra.
Como en todos los casos las causas pueden ser múltiples, pero una mortal por necesidad es dejar de tener el foco en las necesidades y deseos de los consumidores creando permanentemente mejores formas de satisfacerlas.
Uno más a la lista de los que quebraron haciendo todo bien. Se suma a Sears, Forever 21, Kodak y otras más que habiendo sido líderes capaces de revolucionar sus mercados, en algún momento decidieron seguir haciendo las cosas como les habían funcionado en el inicio, lo que se convirtió en su final.
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