En el extraño mundo de la construcción de marcas tengo la oportunidad de conocer a muchos empresarios cada año, a los cuales quisiera preguntarles cuántas veces quieren vender lo mismo. Una y otra vez los escucho responsabilizar a sus áreas de ventas de no llegar el número prometido o exigido – casi siempre lo segundo – y veo la frustración en sus ojos cuando me cuentan lo que está pasando.
Sé que cada vez que hablo de construir su marca o de crear una propuesta de valor superior, parece que describo a un ser extraño, como dice un amigo “como un invertebrado gaseoso”, y resulta tremendamente difícil de abordar porque no parece tener punta la madeja. Tal vez esta es la mejor explicación de por qué tan pocos empresarios lo hacen. Pedirles que se metan a lo hondo en un mar desconocido poniendo su dinero en ello puede resultar demasiado.
Pero los grandes negocios que han trascendido no se construyeron solos ni sin invertir. Siempre hizo falta un empresario con una visión clara y una decisión firme para empezar a construir su marca y generar valor financiero para el negocio a largo plazo. Como muestra ahí están las grandes marcas de la historia.
Y no se trata sólo de casos históricos o de marcas centenarias. Tenemos marcas que nacen todos los días y van ganando terreno sólidamente en México y en el mundo. Uber es una de ellas pero si no queremos ir muy lejos podemos recordar en México a Cinemex, una marca que nació y creció con una visión clara que le permitió redefinir la experiencia de ir al cine, y a miles de aficionados nos devolvió la posibilidad de disfrutar ese placer nuevamente.
Nadie ha dicho que construir una marca deseada y poderosa sea sencillo o rápido, tampoco barato. Pero el retorno financiero a largo plazo es tremendamente satisfactorio y rentable.
Tú decides cómo quieres pasar a la historia.