Pocas veces en mis 37 años en el negocio de las comunicaciones de mercadotecnia he visto una situación de autofagia como la que estamos protagonizando en la industria hoy en día. Sí, nos estamos devorando unos a otros y castigando cada día más el valor de lo que hacemos ante quienes tienen la posibilidad de invertir.
Antes decíamos que cualquier idiota con una Mac se vendía como publicista, creativo o diseñador. Hoy toca aplicarlo a que cualquier oportunista con internet se vende como especialista en estrategias digitales. No puedo dejar de recodar cuando, hará cosa de veinte años, empezaron a ponerse de moda las páginas de internet. Todos los anunciantes querían tener su página, sólo para descubrir después de invertir una buena cantidad de dinero que necesitaban hacerle una campaña a su página para que la gente la visitara. Pero al fin todo volvió a su cauce y las páginas tomaron su dimensión real.
Con tal de venderse como portadores de la verdad absoluta, hoy escuchamos a especialistas digitales declarando con toda seguridad que la Televisión está muerta porque nadie la ve; que la gente odia a la publicidad y no la soporta; y que la “neta del planeta” es tener tu app.
La gente de Relaciones Públicas, tradicionales o 2.0, han hablado mal de la publicidad por muchos años, tratando de construir un discurso sobre la credibilidad de la comunicación “no comercial”, sin pensar en la necesidad de frecuencia para lograr recordación.
La realidad es que las personas seguimos siendo personas y que los mercados no son homogéneos. Dos certezas que, si aplicáramos con más inteligencia en la industria, estaríamos buscando como aprovechar y cómo sumar las posibilidades de las diversas herramientas de comunicación.
Todos queremos un pedazo de pastel grande y sustancioso, pero no lo vamos a obtener destruyéndonos unos a otros. ¿Qué tal si para variar, en el 2016 dedicamos parte de nuestros esfuerzos a hacer más grande el pastel y traemos al mercado empresas y marcas que nunca han estado presentes en las comunicaciones de marketing? ¿Qué tal si nos aseguramos de que con cada peso que inviertan obtengan los resultados que esperan o si somos suficientemente honestos para decirles que no los van a obtener a menos que…?
¿Qué tal si sumamos en vez de restar y nos comemos al mundo juntos?
Si quieres CÓMplices (en el buen sentido) para lograrlo, aquí estamos.
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