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¿Vas o te quedas?

Algunas veces puede parecer muy desgastante seguir “empujando la carreta” en un camino que las crisis sexenales, las misceláneas fiscales y las depresiones globales hacen muy difícil de transitar, lodoso y cuesta arriba. Y ahora la neblina que agrega Trump nos reduce la visibilidad significativamente y hace sentir que si aceleramos de más podemos chocar con el de adelante y si frenamos de más pueden golpearnos por atrás.

Sin embargo no ha cambiado nada para quienes sabemos a dónde vamos. El único secreto ahora es mantener el rumbo, aguantar la presión y remodelar el avión mientras lo vamos volando… así de fácil.

Aunque hay que agregar que hay que estar siempre listos para ajustar el rumbo en cuanto se despeje el horizonte y tengamos un poco de claridad.

¿Pero qué hay de nuevo?

Quienes hemos tomado la decisión de hacer empresa en algún momento o quienes han tenido la “fortuna” de recibir un negocio en marcha con el cambio generacional no tenemos opciones. Pero tampoco las queremos.

Como decía Philip Crosby allá por los 80’s del siglo pasado: “Antes echabas a andar tu negocio y una vez que tomaba vuelo te sentabas en el sillón del chairman a cosechar. Hoy en día cuando empiezas a flexionar las rodillas para sentarte te rebasan infinidad de competidores que venían pisándote los talones”.

¿Pero qué sería de la vida de un empresario sin la adrenalina que generan los retos, sin la oportunidad de ponernos a prueba cada mañana para ganar terreno a los demás y sin la satisfacción de ver que has sido capaz de crear un ente que por momentos cobra vida propia?


A pesar de las vicisitudes y de los sinsabores vale la pena. Tanto que después de 27 años de independencia con la empresa todavía me levanto cada mañana pensando nuevas ideas y estrategias para crecer. Algo que sólo he visto en personas que sienten esta pasión profunda e incontrolable por crear cosas nuevas.

Y quizá esa sea la razón más poderosa que me mueve a ser CÓMplice de otros empresarios que quieren crear algo valioso y dejar un legado, algo que sólo puedes lograr cuando todo lo bueno que tú tienes como hombre de negocios es trasladado a una marca que, como los hijos, tendrás que criar, alimentar y fortalecer durante años, pero que en el momento justo va a despegar y empezará a “jalar la carreta” en lugar de que tú tengas que seguirla empujando.

Por todo esto en momentos como el que estamos viviendo, sólo hay que responder a una pregunta ¿vas o te quedas?. Si vas, como sabiamente dijo un campesino, ¡dale duro pa’que no se atore!

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